En el taller sobre Trauma Religioso del que formo parte, después de que compartiera mi postura agnóstica respecto a Dios en un grupo integrado por creyentes, algunos reaccionaron con comentarios dogmáticos, de esos que suelen usarse para invalidar la postura de los no creyentes.

Cuando presenté mi queja al grupo y se debatió brevemente el tema, Miguel Ángel, nuestro facilitador, lanzó una pregunta reveladora:

“¿Por qué se reacciona ante un agnóstico pero no ante un homosexual?”

La referencia a la homosexualidad surgió porque otro integrante había expresado abiertamente ser gay, sin que nadie objetara.

Mi respuesta:

La reacción ante quien se declara agnóstico, a diferencia de la tolerancia hacia quien se declaró gay, tiene raíces en una idea fundamental del legado judeocristiano: la demonización de la duda como amenaza al dogma.

Jesús y la intolerancia a la duda: un patrón histórico.

Es cierto que Jesús interactuó con marginados sociales (prostitutas, recaudadores de impuestos) sin condenarlos explícitamente.

Sin embargo, su actitud hacia los escépticos o quienes se atrevieron a dudar fue radicalmente distinta:

En el diálogo con Tomás (Juan 20:24-29), Jesús no elogia su escepticismo, sino que lo reprende: “Porque me has visto, has creído; dichosos los que no ven y aún así creen.”

En este pasaje, Jesús premia la fe ciega y estigmatiza la demanda de evidencia como requisito para saber la verdad.

Este rechazo no es anecdótico: el cristianismo primitivo consolidó la fe como virtud y la duda como pecado (ej. Hebreos 11:6, Santiago 1:6).

Durante la Inquisición, se persiguió más a los herejes (valdenses, albigenses) que a los homosexuales, porque el crimen era pensar distinto.

En el Índice de Libros Prohibidos, la Iglesia católica censuró durante siglos obras que promovían el escepticismo (Descartes, Hume).

Y más recientemente, en 2023, el Vaticano condenó el “agnosticismo práctico” como un “virus espiritual” (Dignitas Infinita).

El agnosticismo como amenaza al control ideológico.

Mientras que ciertos comportamientos cuestionados por la religión se relegan al ámbito moral, el agnosticismo desafía el núcleo del poder religioso: la exigencia de obediencia incuestionable.

Aunque eso es común en el ámbito institucional religioso, también ocurre en contextos informales, como en el taller de Trauma Religioso, cuando hay presencia de personas con una mentalidad más o menos dogmática.

Estas personas reaccionan de forma espontánea, como si se tratara de un reflejo de defensa ante una amenaza.

De Jesús al autoritarismo moderno: “Creed y obedeced”.

Jesús, como ser humano, tenía virtudes y defectos, y uno de sus defectos era su intolerancia hacia quienes pensaban diferente.

De hecho, pasó todo su ministerio amenazando con el castigo eterno a quien no creyera y obedeciera a su prédica.

Siglos mas tarde San Anselmo De Canterbury basado en esta idea acuño la frase “creer para comprender”. En su obra Proslogion dijo:No busco entender para creer, sino que creo para poder entender”.

La diferencia con nosotros es que sus virtudes y defectos no solo se magnificaron por la tradición religiosa, sino que además se dogmatizaron y se perpetuaron en la cultura cristiana.

Cuando se dogmatizaron sus defectos de carácter, el sufrimiento causado en el mundo fue, y sigue siendo, inmenso.

Uno de los defectos de Jesús era su intolerancia hacia quienes pensaban diferente. De hecho, pasó todo su ministerio amenazando con el castigo eterno a quien no le creyera ni le obedeciera.

Ese comportamiento, luego dogmatizado,  cuando Agustín de Hipona (siglo IV) reforzó la idea de “Crede ut intelligas” (“Cree para comprender”), priorizando la sumisión sobre el cuestionamiento.

Pero esa mentalidad trascendió lo religioso y es muy usada por los políticos.

Por ejemplo, hubo gobiernos que usaron esa idea para justificar guerras: las Cruzadas, o la invasión de Iraq bajo el lema “Dios lo quiere”.

Más recientemente, se abusó de la idea de “creed y obedeced” durante la llamada “pLandemia” del COVID.

Durante ese evento, las autoridades estigmatizaron preguntas legítimas sobre las vacunas: su eficacia ante variantes, su desarrollo acelerado o sus efectos a largo plazo.

El resultado fue una profunda desconfianza hacia la ciencia debido a la supresión del debate.

En Uruguay, mi país, un caso que ahora se busca investigar en el Congreso, 15.400 personas murieron entre 2020 y 2023 a causa de una vacunación coercitiva y sin consentimiento informado, impulsada por una propaganda implícita que fomentaba creer y obedecer al Ministerio de Salud Pública.

El agnosticismo es la puerta a la libertad intelectual.

Desde Sócrates, ejecutado por “corromper a la juventud”, hasta Spinoza, excomulgado por dudar de los milagros, la duda siempre ha sido perseguida.

Galileo fue condenado por desafiar el geocentrismo; hoy, escépticos de las narrativas oficiales son tildados de “negacionistas”.

La reacción contra agnósticos en nuestro grupo no fue casual: Jesús hubiera hecho lo mismo.

Cuando Jesús repudiaba la duda, repudiaba aquello sobre lo que la duda es el pilar fundamental, es decir, el pensamiento crítico, y con ello también repudiaba la libertad, legitimando un sistema que premia la sumisión y castiga el cuestionamiento.

Mientras que la homosexualidad puede “perdonarse” como un “pecado”, el agnosticismo es el pecado imperdonable contra el sistema dogmático mismo.

El agnóstico como espejo del trauma.

Al querer invalidar a un agnóstico no se defiende la fe; más bien se revelan las cicatrices de nuestro propio trauma religioso.

Nos enseñaron que dudar era peligroso, incluso pecado; que preguntar era rebelión, y que el pensamiento crítico equivalía a perder el amor de Dios o de la congregación.

Si esto es así, el agnóstico no es solo un ‘otro’ incómodo: es un espejo que refleja todo lo que tuvimos que reprimir para sobrevivir en un sistema religioso dogmático.

Avatar
Jesus Fonte
Ver mi perfil